Invasión a Venezuela: Una operación psicológica y amenaza inminente
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Publicado: 26/09/2025 06:24 PM
En Venezuela, desde que el
presidente Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales en 1999, EEUU
ha trabajado de manera constante por desestabilizar el proceso bolivariano y
forzar un cambio de gobierno que responda a sus intereses. Esa intención sigue
vigente; por lo que persisten en un ataque permanente tanto bélico como
psicológico.
Esa política injerencista que ha
mantenido EEUU contra nuestro país inició con el golpe de Estado en
abril de 2002, el golpe petrolero de 2002-2003, intentos de desestabilización
con ayuda de venezolanos opositores o las guarimbas de 2014 y 2017, que dejaron
más de 200 personas muertas e instituciones quemadas o destruidas.
Luego en 2015, el entonces
presidente estadounidense, Barack Obama firmó un decreto en el que
declaró a Venezuela como “una amenaza inusual y extraordinaria para la
seguridad de los EEUU”; después, en agosto de 2018, financió el intento
de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro.
Más adelante, en 2019, fundamentado en el decreto de Obama, Donald Trump, durante su primer gobierno, emitió una serie de órdenes ejecutivas entre las que se encontraba la prohibición a las empresas estadounidenses de comprar petróleo venezolano. Incluso aplicó sanciones a empresas que no fueran estadounidenses y comerciaran con el Estado venezolano, lo cual hizo caer el ingreso del país de 55 mil millones de dólares a solo 500 millones y afectó todos los sectores de la economía.
En el mismo tenor, en mayo de
2020, durante la pandemia del COVID-19, el gobierno venezolano frustró la
denominada Operación Gedeón, cuando un grupo de mercenarios encabezados
por un grupo de exboinas verdes miembros de las fuerzas especiales de las
fuerzas de EEUU, buscaban asesinar al presidente Nicolás Maduro y
a otros funcionarios chavistas. También podemos recordar los atentados y
sabotajes contras las estaciones generadoras de energía, realizadas por
mercenarios o grupos vinculados a la extrema derecha financiada por EEUU, que se dieron en 2006, 2009, 2012, 2021 y 2022.
Sin embargo, EEUU mantiene estrategias de intervención como el uso de fundaciones y Organizaciones no
Gubernamentales (ONG) financiadas por la Fundación Nacional para la
Democracia (NED) y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID) para canalizar acciones de desestabilización dentro
de las comunidades.
Actualmente, en este contexto de
la relación de EEUU con América Latina y el Caribe, los
intereses norteamericanos sobre Venezuela y la coyuntura geopolítica, se
ha dado una cadena de declaraciones que se iniciaron el 7 de agosto de este año. La
fiscal general estadounidense, Pamela Bondi, comunicó que “el
Departamento de Justicia y el Departamento de Estado anunciaron una recompensa
histórica de 50 millones de dólares por información que conduzca al arresto de
Nicolás Maduro”, a quien acusó de ser el mayor narcotraficante del mundo,
liderar el Cártel de los Soles y tener vínculos con una organización criminal
extinta llamada El Tren de Aragua, sin ninguna prueba que respalde tal
acusación.
Al día siguiente, el portal de
noticias The New York Times, informó que el presidente
norteamericano Donald Trump, firmó una orden ejecutiva para que
las Fuerzas Armadas de EEUU combatan a los cárteles de droga, incluso,
en territorio de otros países.
Tras declaraciones del secretario
de Estado, Marco Rubio, de la vocera de la Casa Blanca, Karoline
Leavitt, de la fiscal Bondi y de algunos legisladores, el 14 de
agosto los medios comenzaron a difundir la información de que Washington
enviaba 4 mil marines, tres barcos de guerra y un submarino nuclear al mar Caribe,
articulados por el Comando Sur para combatir a los grupos del narcotráfico.
El desarrollo de las situaciones
como el bombardeo de peñeros venezolanos, hizo sonar las alarmas en toda la
región. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el
presidente de Colombia, Gustavo Petro, rechazaron rápidamente
cualquier tipo de acción militar contra Venezuela.
Inmediatamente, los países
integrantes de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América -
Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) denunciaron las acciones
norteamericanas y llamaron a reforzar la declaración de 2014 de la Comunidad
de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que declara a América
Latina y el Caribe como zona de paz.
En Venezuela, el Pueblo se
manifestó en defensa de su soberanía, de su gobierno y de la paz. También
declararon su apoyo al mandatario, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana
(FANB) y los miembros de la Asamblea Nacional (AN). El presidente Maduro
llamó a formar milicias obreras y campesinas en defensa de la soberanía del país.
Cobran sentido las declaraciones
de Juan Eduardo Romero, diputado nacional del Partido Socialista
Unido de Venezuela (PSUV) al portal de noticias PIA-Global, cuando
dijo: “Todo parece tratarse de una operación de guerra cognitiva. El intento de
procurar que factores dentro de la Fuerza Armada o de la sociedad venezolana
intenten alguna jugada que produzca el cambio de gobierno”.
Romero señaló además que
“activaron todos los mecanismos de defensa: el reforzamiento de la seguridad,
el desplazamiento territorial, la movilización popular y las milicias
populares, y aseguró que los pueblos libres vencen a imperios poderosos”.
Todo es una farsa, es por el petróleo
Según el portal de OilPrice.com,
el referente mundial de medición de precios de Energía, Análisis de Precios de
Petróleo, Energía Alternativa, el mayor consumidor de petróleo del mundo es
Estados Unidos, con 19 millones de barriles diarios.
El mundo sabe que el país con las
mayores reservas de petróleo comprobadas es Venezuela, con 303 mil 800
millones de barriles, muy por arriba de Arabia Saudita y de Irán,
tal como lo dice el portal de Bloomberg en Línea. También, que
geoestratégicamente, por una cuestión de distancia, el traslado del petróleo
venezolano hasta las refinerías de EEUU en barco representa un trayecto
mucho más corto, y, por lo tanto, mucho más económico que traerlo desde los
países árabes.
Por otra parte, expertos
petroleros han explicado que una cantidad importante de las refinerías
norteamericanas desarrollaron su tecnología para trabajar con petróleo
venezolano, cuyas características no son las mismas que las del petróleo
extraído desde otros lugares del mundo, por lo cual deberían hacer una gran
inversión para modificar su tecnología si decidieran trabajar otro petróleo.
Todo ello convierte a Venezuela en una pieza clave para los intereses geopolíticos estadounidenses. La escalada se
ha hecho evidente en las últimas semanas, tras incidentes como los ataques a
embarcaciones presuntamente vinculadas al narcotráfico en el Caribe,
operaciones que, según la Casa Blanca, fueron llevadas a cabo en defensa
propia. Sin embargo, el gobierno venezolano ha denunciado estas acciones como
una agresión militar y una violación de su soberanía. La ambigüedad de la
administración estadounidense, al no ofrecer detalles precisos sobre los
incidentes y al mantener una fuerte presencia naval frente a las costas
venezolanas, ha contribuido a crear un clima de tensión.
Análisis como el de Franklin
Mora, exfuncionario del Departamento de Defensa de EEUU, en una entrevista
realizada por CNN en español, consideró que el despliegue militar
en el Caribe no es suficiente para una invasión a gran escala, sino que se
trata de una “operación psicológica que trata de intimidar e incentivar a los
militares a que saquen a Maduro del poder”. En su opinión, EEUU
podría estar buscando operaciones quirúrgicas para la destrucción de pistas
clandestinas utilizadas por el narcotráfico.
La tensa relación entre EEUU
y Venezuela ha entrado en una nueva fase, caracterizada por una intensa
campaña de presión psicológica que busca desestabilizar al gobierno de Nicolás
Maduro. Más allá de las tradicionales sanciones económicas y el apoyo a
la oposición, Washington ha desplegado una estrategia de intimidación
basada en mensajes amenazantes, despliegue militar en la región y acciones
selectivas que buscan generar incertidumbre y desconfianza dentro del Pueblo
venezolano.
Esta “guerra de nervios”, como la
ha calificado el secretario general del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), Diosdado Cabello Rondón “se basa en mentiras, manipulaciones y fake
news, buscando dividir las fuerzas internas del chavismo presididas por el
secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, quien parece haber
asumido un papel central en la política de Washington hacia Venezuela,
calificando al presidente Nicolás Maduro de “criminal” y “fugitivo”
de la justicia estadounidense”.
Ante esta creciente presión, el
gobierno venezolano ha respondido exhibiendo su fuerza militar y movilizando a
la población civil. Maduro ha estado acompañando al Pueblo en medio de
formaciones militares, mientras que su ministro de Defensa, Vladimir Padrino,
ha anunciado el despliegue de tropas hacia las principales fronteras del país. Este
despliegue incluye la movilización de más de 8 millones de milicianos,
ciudadanos comunes que reciben entrenamiento militar básico. El gobierno
también ha denunciado un aumento en los vuelos de espionaje estadounidenses
sobre el territorio venezolano, intensificando la retórica antiimperialista y
acusando a Washington de preparar una agresión militar.
Ante este clima de tensión, la comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de
las relaciones diplomáticas debido a la campaña de presión psicológica liderada
por EEUU, que, si bien pretenden desestabilizar la Revolución
Bolivariana, seguimos apostando por la diplomacia y el diálogo que siempre serán las únicas vías para superar esta crisis y construir un futuro
de paz y estabilidad para el Pueblo venezolano.
AMELYREN BASABE/REDACCIÓN MAZO