LAS INUNDACIONES: La naturaleza no es culpable, sino el hombre
Publicado: 16/07/2025 09:00 PM
(El Nacional, 11 de julio de 1976)
- Sobre la importancia histórica de la conservación de nuestros ríos, el geógrafo y abogado catalán, Marco Aurelio Vila, oficial del Ejército Republicano durante la Guerra Civil Española, con más de 30 años al servicio de la geografía venezolana y más de 100 títulos publicados al respecto, en 1976, alertó:
- “Estamos pagando el asesinato de los ríos, la destrucción de sus cuencas y cauces por el hacha castellana… y los ‘tornapules’ (tractores) de ganaderos y aserradores”.
- “El castellano llegó a América con el hacha de los conquistadores para crear la visión espectral de sus desoladas mesetas ibéricas”.
- “Los miserables cauces de verano se hinchan y revuelven en invierno, y cobran con sus furiosas aguas el precio del abandono, de la depredación maderera en sus cuencas y riberas, y de la expansión del hombre en sus zonas naturales”.
- “Entonces gran parte del territorio nacional se convierte en un mar interior, y vuelven a correr ríos de tinta en sus rotativas los diarios para relatar, con acento de novedad, la antigua tragedia anual, que repite invariablemente como obsesión de la naturaleza y holocausto de los venezolanos”.
- “El Orinoco, el Nilo de América, es de honda entraña histórica, trajo la primera imprenta y el nacimiento de la Tercera República, con la formación de Angostura, hoy Ciudad Bolívar”.
- “Todos los ríos en Venezuela han sido creadores de pueblos, integradores de la nación y fuentes de prosperidad y riqueza, que todos los años cobran su tributo por el daño que se ha hecho a sus cuencas y cauces”. + Algunos han pasado a ser cloacas abiertas:
El Guaire, vejado y maltratado, en varias oportunidades ha cobrado el ultraje y nada tiene de extraño que, como él, muchos ríos lo vuelvan a hacer.
El Cabriales, en Valencia, es el prototipo del río asesinado.
El Turbio, en Barquisimeto, antes caudaloso y cristalino, ha muerto de suciedad, como simple recolector de basura.
El inventario de ríos venezolanos, sometidos al máximo estrés de la tala y poda indiscriminada de bosques aledaños, es extenso, más de 800 han dejado de existir.
Antecedentes:
- El 19 de diciembre de 1825, El Libertador Simón Bolívar ordenó plantar un millón de árboles, conocido como el Decreto de Chuquisaca: “Que en todos los puntos en que el terreno prometa hacer prosperar una especie de planta mayor cualquiera, se emprenda una plantación reglada a costa de el Estado, hasta el número de un millón de árboles prefiriendo los lugares donde haya más necesidad”.
- Este decreto, emitido durante su recorrido triunfal por Bolivia, estableció medidas para proteger bosques, ríos, suelos y promover el uso sustentable del agua, mostrando la visión de Bolívar sobre la importancia de nuestros ríos y selvas.
- Sin embargo, la voracidad del hacha europea y su afán de saqueo, solo ha dejado en el continente americano los rastros de la depredación, la muerte de los ríos y la desaparición de los bosques y selvas que los circundan.
- El indio venezolano, eventualmente, tumbaba árboles para hacer canoas en un proceso muy lento y selectivo que permitió durante miles de años que Venezuela fuera un auténtico Paraíso Terrenal o “Tierra de Gracia”, como la llamó Cristóbal Colón.
- Éste, al percatarse de la virginidad de nuestras selvas y la excepcional hospitalidad de nuestros ancestros originarios exclamó: “Con solo cincuenta hombres bastará para sojuzgarlos y hacer todo lo que queramos”.
- El primer registro de un ecocidio en nuestro territorio fue cometido por el gobernador español José Francisco de Cañas, quien, entre 1713 y 1714, ordenó talar todos los árboles de Caracas, promoviendo por primera vez la muerte de los afluentes naturales del Río Guaire, cuyo caudal es hoy una ínfima parte de lo que fue.
REDACCIÓN MAZO