La palabra de Dios: ¿Otra forma de colonización en Latinoamérica?
Publicado: 20/10/2022 06:16 PM
En
un informe del Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), titulado Venga a nosotros tu reino: Iglesias evangélicas y Gobiernos populares en Latinoamérica, indica que “el evangelismo explota políticamente
su gran despliegue mediático gracias a sus propias emisoras, canales de
televisión y redes sociales, que dejan en desventaja a los demás candidatos del
sistema político”. Estos medios están caracterizados por una enorme capacidad
económica y son “fervientes defensores del neoliberalismo y la sociedad de
consumo”.
La
participación de las iglesias evangélicas en la política latinoamericana
alimenta a la ultraderecha para impulsar su agenda conservadora.
El
periodista Walter C. Medina del
portal NuevaTribuna.es en 2019 escribió un artículo llamado Iglesias evangélicas y el poder conservador
en Latinoamérica, en el que detalla que hasta la segunda mitad de la década
de los ‘80, la derecha religiosa de los Estados
Unidos era considerada una minoría de fanáticos. Sin embargo a partir 1988,
con la irrupción en la escena política de Pat
Robertson, comenzó un aluvión de “mensajeros divinos” que supieron ganar
espacios en las democracias americanas.
Pat Robertson es un telepredicador que envía su
mensaje a todo Estados Unidos y a
180 países en más de 70 idiomas; patrocinado por el Partido Republicano y que compitió por la presidencia de su país, aunque se retiró antes de que su amigo
personal, George Bush (padre),
resultara ganador de las primarias. "Dios me ha enviado aquí para comprar
tu emisora", dijo Robertson
cuando adquirió por 37 mil dólares una televisión local de Virginia a la que
rebautizó Christian Brodcasting
Network (CBN). Según el propio Robertson,
el objetivo único de CBN es
"alabar a Dios Todopoderoso". Paralelamente fundó la poderosa
Coalición Cristiana, una influyente red de predicadores que ganaron espacio en
la política como consejeros y asesores.
La influencia de Robertson es tanta que se ha convertido en el nuevo actor de la vida política latinoamericana. Los grupos evangélicos se han propagado rápidamente, ganándole terreno al monopolio que le pertenecía desde hace siglos al catolicismo. Su poder crece y logra instalar en la agenda periodística y en la opinión pública un discurso conservador y contrario a los derechos básicos de los ciudadanos. Así vemos que, Jair Bolsonaro, Sebastián Piñera, Lenín Moreno, Iván Duque, Mauricio Macri y la autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, han gozado del respaldo de las iglesias evangelistas que jugaron a su favor durante sus campañas, o, en el caso de Áñez, de su golpe de Estado.
La participación de las iglesias evangélicas en la política
latinoamericana alimentó a la ultraderecha para impulsar su agenda conservadora
mediante candidatos propios o entregando el apoyo a quienes promueven sus
principios.
Según
el filósofo y teólogo Enrique Dussel
esto es evidente, dice que “Estados
Unidos propicia una guerra santa para provocar derrocamientos en América
Latina”.
Los
intentos de desestabilizar a los gobiernos progresistas de la región mediante
campañas mediáticas, lawfare, fake news, golpes blandos a través de los que
consiguieron desgastar e incluso encarcelar a los líderes populares, son algunos ejemplos detrás de los cuales la cruzada
evangélica en la región tuvo su peso.
“Nuestra fuerza es de Dios, el poder es de Dios”, dijo la presidenta de
facto de Bolivia, Janine Áñez, enarbolando una biblia; en
la que tal vez sea la imagen más representativa de la guerra santa declarada en
Latinoamérica.
Para
Dussel, Estados Unidos propicia una “guerra santa” para provocar
derrocamientos en la región. Se propone que el hombre deje sus costumbres
ancestrales y se proponga trabajar y entrar en la sociedad consumista
capitalista burguesa.
Las
iglesias evangélicas están apoyando los procesos políticos en la región,
vimos como en Bolivia, un hombre
desaforado como Luis Fernando Camacho,
gobernador de Santa Cruz de la Sierra,
quien dijo: “Vamos a sacar de los lugares públicos la Pachamama y vamos a imponer
la biblia”. Pero esa biblia no es la católica, es la de los grupos evangélicos;
toma la cultura popular de los pueblos originarios como un horrible paganismo
que el cristianismo debe reemplazar a ultranza.
Es
una biblia evangélica que viene de las sectas norteamericanas que pretende cambiar la subjetividad, se propone que el hombre deje sus costumbres ancestrales.
Además,
el racismo. En Bolivia se da por un
lado la blanquitud, el blanco que desprecia al indígena, a las cholas, que
consigue con el permiso de la OEA reafirmar este racismo, ya que su apoyo
siempre ha sido hacia los hombres blancos bolivianos.
Las
tradiciones aymaras, que además vienen siendo influenciadas por cinco siglos de
catolicismo, se enfrentan ahora con los evangélicos. Es una especie de lucha
religiosa pero que esencialmente es política, eso explica otra cosa: la
teología de la liberación, que es cristiana pero que se apoya en los pobres en
contra de los ricos.
Pero
para conocer cómo aumentó la popularidad e influencia de Robertson hay que saber que durante la elección presidencial en la
que George Bush hijo obtuvo la
victoria, el 40% de los votos procedieron de las fuerzas extremistas
evangelistas que estaban bajo su liderazgo. En su campaña por Bush, Robertson había insistido en los
temas de corte moral sobre los cuales los evangélicos conservadores llevaban
años insistiendo, como la obligatoriedad de las oraciones en las escuelas y la
concientización anti-aborto. George W.
Bush ganó la Casa Blanca sólo
con el apoyo de los evangélicos. “Creo
que Dios quiere que yo sea presidente”, afirmó el texano durante su investidura.
A
partir de ese momento la imagen de
Robertson creció. Y su mensaje fue expandiéndose hasta lograr convertirlo en
el dueño de un imperio valorado en 200 millones de dólares repartidos por Asia,
Oriente Medio, África y Latinoamérica. Además de la televisión y las emisoras
de radio, Robertson posee una
universidad, una compañía aérea; incluso una productora de cine en Hollywood.
Con semejante poder, el fundador de la Coalición
Cristiana no dudó en publicar sus opiniones respecto de los males que
aquejan a Occidente. El 11 de septiembre de 2001, luego que la caída de las
Torres Gemelas, Robertson aseguró
que aquello "fue un castigo divino, porque esta ciudad esté llena de
paganos, abortistas, feministas, homosexuales, lesbianas y organizaciones
liberales de toda índole".
El imperio de Robertson continuó esparciéndose y tendiendo lazos en América Latina. En 2005, durante su programa “The 700 club”, en la cadena CBN, el predicador y ex candidato a presidente de Estados Unidos aseguró que su país debía “asesinar a Hugo Chávez”. “Tenemos la capacidad de eliminarlo y creo que ha llegado el momento de ejercer esa capacidad”, dijo de cara a la cámara.
Los evangélicos y la
OEA
Los
evangélicos le dan un sentido a la vida de los indígenas: “deja todas esas
costumbres nefastas, hazte un hombre austero, trabajador, bien organizado y
saldrás de la pobreza, porque Dios te va a bendecir con una riqueza aceptable”.
La
riqueza es considerada como en el antiguo calvinismo como una bendición de
Dios. La pachamama es el origen de la pobreza.
Esa
biblia reinterpretada desde la concepción de un hombre moderno norteamericano
es el origen de la posibilidad de una nueva biblia, eso es usado por la OEA y
la nueva política norteamericana que se está retirando del Medio Oriente.
Habían aplicado en latinoamérica golpes suaves y la quieren recuperar, dejaron
de ser sutiles en su injerencia, pero hemos vuelto a los golpes de Estado.
Una
parte de la Iglesia Católica boliviana está alineada con la coalición golpista.
Primero la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) respaldó el informe de la
Organización de Estados Americanos (OEA) que denunció irregularidades en las
últimas elecciones. Luego de la renuncia de Morales, la CEB firmó una declaración que afirmaba que “lo que
sucede en Bolivia no es un golpe de Estado”. Los otros firmantes eran “comités
cívicos” de distintas regiones del país que cumplieron un papel clave en las
movilizaciones contra el gobierno del MAS (Camacho
preside el comité santacruceño). Finalmente, la CEB mandó representantes a la
proclamación de Añez.
La
arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, bastión histórico de la oposición a Morales, fue especialmente activa en
las protestas contra el ex gobierno. El escenario preferido de Camacho para sus discursos y arengas ha
sido la escultura del Cristo Redentor de la ciudad de Santa Cruz, ubicada frente al “altar papal” que se construyó para
la visita del Papa en 2015. “Hoy es la resurrección de la nueva Bolivia”, celebró desde ese mismo
escenario el obispo auxiliar santacruceño, Estanislao
Dowlaszewicz, el día en que Añez
se autoproclamó presidenta en la Paz.
En nombre de Dios: El
factor religioso detrás del golpe de Estado en Bolivia
El
gobierno ilegítimo se apoya en parte de la Iglesia y a la vez seduce a los
evangelistas. Pero hay sectores eclesiásticos en alerta por la influencia
creciente del radicalismo religioso.
Facundo Barrios, Diario El Perfil en 2019
publicó un artículo en el que detalla que “luego de autoproclamarse presidenta
de Bolivia en un Parlamento sin
quórum, Jeanine Añez entró al
Palacio Quemado y levantó con sus dos manos un ejemplar enorme de la biblia, en
cuya tapa podía leerse visiblemente: “Los cuatro evangelios”. Lo que Añez
exhibía sonriente era el Nuevo Testamento: la parte de la biblia sobre la que
católicos y evangelistas no tienen discrepancias.
Un
par de días después, un periodista de la BBC le preguntó a Áñez por qué había hecho eso si Bolivia es un estado laico, según
estableció la Constitución de 2009. Otra vez, la presidenta ilegítima se cuidó
de que su mensaje abrazara a las dos vertientes del cristianismo. Dijo que Evo Morales es un ateo que no quería
saber nada con “las iglesias”, en plural; y agregó que “(el laicismo) fue una
impostura del Movimiento al Socialismo (MAS), pero el 80% de los bolivianos
somos… eh… personas de fe”.
El
fanatismo religioso distingue a buena parte de la coalición golpista boliviana.
Antes que Añez, Luis Fernando Camacho, empresario santacruceño devenido referente
de las protestas contra Morales,
había ingresado a la casa de gobierno con una biblia en la mano, el mismo día
de la renuncia del ex presidente. Camacho
actuó como un enviado de Dios y Añez
también se siente así, incluso en una versión más radical. Es una enemiga
declarada de las costumbres espirituales de los pueblos indígenas. “Sueño con
un país libre de ritos satánicos indígenas”, escribía hace unos años en sus
redes sociales. Hermana del pastor evangelista Juan Carlos Añez, también es una militante ferviente del movimiento
contra el aborto legal.
“Como Iglesia Católica y como arzobispo, yo
condeno que se manipule la fe en estos momentos”, se quejó el arzobispo de Sucre, Jesús Juárez, luego de la irrupción de Camacho en el Palacio Quemado con una biblia en la mano. Y nadie
podría acusar de masista a Juárez,
quien hace pocos meses había cuestionado la legalidad de la reelección de Morales.
Es
que la Iglesia Católica como institución tiene un buen motivo para inquietarse:
el creciente despliegue político de las iglesias evangelistas en América Latina y en Estados Unidos, donde lograron
vincularse estrechamente con el gobierno de Donald Trump). A los bolivianos les basta con mirar hacia Brasil, donde Jair Bolsonaro tiene a la Iglesia Universal del Reino de Dios como
su principal aliada más allá de las Fuerzas Armadas.
A esos sectores religiosos con capacidad de movilización apuntan los líderes de derecha en Latinoamérica; es que, como subrayó el teólogo y filósofo Enrique Dussel, “el golpismo ya no viene de la mano de un catolicismo de derecha conservador, como en la época de Pinochet, sino de un evangelismo radicalizado”.
AMELYREN BASABE / REDACCIÓN MAZO