El cielo en disputa: Cómo Estados Unidos manipula la aviación civil para presionar a Venezuela

Escucha esta noticia: 🔊

Tu navegador no muestra audio


Lo que está en juego no es la seguridad de la aviación civil, sino la utilización del sistema aeronáutico internacional como arma geopolítica para hostigar a un país soberano que no se pliega a los intereses imperiales
Internet

Publicado: 02/12/2025 02:20 PM

En el tablero de las agresiones contra Venezuela, Estados Unidos ha abierto un nuevo frente: el espacio aéreo.

A través de advertencias unilaterales, decisiones administrativas sin soporte técnico y medidas coercitivas disfrazadas de protección aeronáutica, Washington intenta presentar a nuestro país como una zona “insegura”, cuando las evidencias demuestran exactamente lo contrario.

Lo que está en juego no es la seguridad de la aviación civil, sino la utilización del sistema aeronáutico internacional como arma geopolítica para hostigar a un país soberano que no se pliega a los intereses imperiales.


De Categoría 1 a un ataque político encubierto

Durante años, la Autoridad Aeronáutica Venezolana cumplió plenamente los estándares de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).

 Así fue reconocido cuando la propia Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos certificó a Venezuela en Categoría 1, en señal de cumplimiento integral de normas internacionales.

Pero cuando se profundizó la confrontación política, Estados Unidos cambió el discurso: sin realizar auditorías formales ni estudios técnicos, degradó a Venezuela bajo alegatos genéricos, nunca demostrados.

Una “degradación” política disfrazada de evaluación técnica.

 

El NOTAM (Notice To Air Mission) como arma: del 2019 al 2025

En 2019 la FAA emitió una advertencia que prohibía a aeronaves estadounidenses volar por debajo de 26.000 pies sobre VenezuelaEl motivo alegado no fue técnico sino político: “inestabilidad”.

Años después, en 2025, Estados Unidos volvió a emitir un NOTAM con un lenguaje alarmista que pedía “extrema precaución” en la FIR (Región de Información de Vuelo) Maiquetía y establecía requisitos adicionales para operar vuelos, sin presentar pruebas concretas de riesgos operacionales, fallas técnicas, interferencias verificadas o amenazas reales.

Este tipo de advertencias no solo distorsionan la percepción internacional, elevan artificialmente los costos de operación, generan incertidumbre y presionan a operadores para que suspendan rutas, aun cuando la seguridad esté garantizada.


La violación abierta del Convenio de Chicago

El mandatario estadounidense Donald Trump fue más lejos al afirmar públicamente que el “espacio aéreo venezolano está cerrado”.

 Esta declaración:

 viola el Artículo 1 del Convenio de Chicago

 desconoce la soberanía exclusiva que tiene cada nación sobre su cielo

 constituye una intromisión directa en asuntos internos

 representa un uso indebido de la aviación civil con fines políticos.

Solo Venezuela puede decidir sobre el estado operativo de su espacio aéreo.

 Ningún Jefe de Estado extranjero puede “cerrarlo” por declaración unilateral.


La región evidencia el doble rasero

Mientras Estados Unidos acusa a Venezuela de supuestos riesgos aeronáuticos, otras regiones cercanas enfrentan problemas reales, como aeronaves no identificadas, actividad militar intensa y alertas operacionales legítimas.

Sin embargo, esos casos no son objeto de campañas mediáticas, sanciones o presiones diplomáticas.

¿Por qué?

Porque el objetivo no es proteger la aviación civil, es castigar políticamente a Venezuela.


La verdad que desarma la narrativa estadounidense

A pesar de los intentos de Washington de sembrar miedo operacional, la realidad es tozuda:

• El espacio aéreo venezolano continúa operando con normalidad.

• Los procedimientos, la vigilancia y la infraestructura cumplen los estándares internacionales.

• Las operaciones aéreas se desarrollan sin incidentes que respalden el alarmismo norteamericano.

El dato más revelador llegó después del propio NOTAM estadounidense: Un vuelo de la Misión Vuelta a la Patria, procedente de Estados Unidos, ingresó a Venezuela sin ningún tipo de inconveniente, sin riesgos ni eventos de seguridad.

Si el espacio aéreo venezolano fuera un “peligro”, ese vuelo —con origen en territorio estadounidense— no habría despegado, no habría sido autorizado y no habría aterrizado con total normalidad.

La operación normal y segura de ese vuelo desmonta por completo la narrativa construida por Washington.


Un cielo soberano frente a la presión imperial

No existe evidencia técnica, operacional ni aeronáutica que justifique las medidas estadounidenses.

 Lo que sí existe —y queda en evidencia— es:

 Un patrón de medidas unilaterales con motivación política.

 Violaciones directas al derecho aeronáutico internacional.

 Uso instrumental de la aviación civil para fabricar percepciones negativas.

 Intento de aislar a Venezuela generando miedo entre operadores y aseguradoras.

 Un país cuyo espacio aéreo se mantiene operativo, seguro y soberano.

Estados Unidos pretende convertir un instrumento técnico en una herramienta de coerción.

Pero cada vuelo que despega, sobrevuela o aterriza sin incidentes y demuestra que la verdad está del lado de Venezuela.

El cielo venezolano sigue siendo un cielo de paz, de orden y de dignidad nacional.

Un cielo que ni sanciones ni NOTAM manipulados ni declaraciones imperiales podrán apagar.

REDACCIÓN MAZO

Comparte esta noticia: