¿Cómo los europeos se repartieron la cochina? La ocupación del continente africano
Publicado: 12/05/2023 06:00 PM
Las colonizaciones y los
repartos de territorio que los países del continente europeo han
hecho a lo largo de los años en África, mantiene a este continente en una situación de vulnerabilidad.
África ha
tenido mala suerte: es un tesoro. La geografía la dotó de una riqueza
natural incomparable y la geología la colocó al lado de Europa, dos hechos que desde que sus vecinos del viejo continente tuvieron la capacidad
técnica para desembarcar en costas ajenas, se convencieron que ese tesoro lleno de recursos naturales, debía pasar a ser de ellos.
A lo largo de la historia,
los africanos apenas han podido disfrutar de sus riquezas. Siempre se les ha
adelantado un país extranjero.
África antes de la colonización europea (1800-1880)
En 1820 los ejércitos egipcios
comenzaron a avanzar hacia el sur, remontando el río Nilo y asumieron el control de las tierras de Nubia y Sudán, ricas en
recursos y en esclavos. Egipto era
uno de los cinco Estados africanos que podemos calificar como desarrollados y
que no estaban bajo el control de los europeos. Los otros tres países eran Marruecos, el Imperio
Otomano (su rama libia), el Sultanato
de Zanzíbar (en la costa Este) y el Estado afrikáner al norte de la Colonia del Cabo, que si bien era un
país de personas de raza blanca, se puede considerar como una nación netamente
africana, ya que sus habitantes no eran europeos.
Lo que caracterizaba a
estos cinco países era su condición de africanos y su adelanto tecnológico. Tenían
ejércitos que disparaban modernas armas de fuego y comerciaban con las potencias
europeas. Se puede decir que a comienzos del siglo XIX, eran las cinco excepciones
en el continente africano.
En África predominaban los países de origen tribal, pequeños
territorios gobernados por monarquías familiares históricas, como los Reinos Mossi. La mayoría de estas naciones desaparecieron conforme avanzaba el siglo XIX y llegaban masivamente
los colonos europeos. Los antiguos reyes y sultanes africanos fueron
reemplazados por gobernadores ingleses y franceses, y los califatos e imperios
pasaron a ser productivas colonias europeas.
La llegada de los europeos
al África subsahariana provocó la
desarticulación de los antiguos patrones comerciales y del intercambio
cultural. Aunque en torno al año 1800 la presencia continental de europeos se
limitaba a la Colonia del Cabo
(ingleses), al Magreb (franceses) y
a las costas Angoleñas y de Mozambique (portugueses), lo cierto es
que las potencias europeas sí tenían varios enclaves portuarios por toda la
costa africana. España tenía puertos
en el Golfo de Guinea, así como Inglaterra y Francia, que los tenía desde Senegal hasta Gabón.
Los europeos explotaron una
forma de comercio marítimo que los reinos africanos no habían desarrollado.
Los portugueses fueron pioneros instalándose en las costas orientales como Beira, Quelimane y Mozambique,
entre otras donde comerciaron y compartieron espacio con el Sultanato de Zanzíbar, un Estado que en realidad era
un asentamiento permanente del Imperio Omaní de la Península Arábiga.
Conforme avanzaba el siglo XIX, los piratas europeos aumentaron en número y ambiciones. Los enclaves portuarios no eran suficientes para controlar las riquezas del interior del continente. El descubrimiento de la riqueza mineral del sur de África en la década de 1870 detonó la lucha por esos territorios entre los países europeos. Esa rápida carrera que llevó a siete países europeos a controlar todo un continente en menos de treinta años que alrededor del año 1900 toda África estaba bajo control occidental y atropelló a los Estados africanos, que vieron cómo unos extranjeros desembarcaban en sus tierras y les arrebataban todo.
El
inicio de la invasión
La decisión de asaltar el continente africano no fue casual ni fortuito. África posee ella sola más
de 60 tipos diferentes de minerales, y contiene un tercio de todas las
reservas del mundo. Tiene, por ejemplo, un 90% de las reservas de
platinoides; un 80% del coltán; un 60% del cobalto; un 70% del tántalo; un 46%
de las reservas de diamantes; y un 40% de reservas auríferas.
Las materias primas son la base
misma del desarrollo de nuestra sociedad: constituyen los fundamentos de
nuestro consumo alimentario, industrial y energético y por lo tanto, resultan
indispensables y estratégicas para la supervivencia de nuestro modo de vida.
Ello explica por qué han estado siempre en el corazón de la maquinaria política
y en el centro de las relaciones internacionales, ya sea como instrumento de
control o de dominación.
Para darle el carácter legal a la invasión africana, en 1885 se celebró la llamada Conferencia de Berlín, en la cual Europa decidió unilateralmente el futuro y el destino de África aplicando preceptos morales carentes de ética que fueron firmados y aceptados por todos los participantes, aprobando el derecho de cualquier país a "ocupar un lugar bajo el Sol", un derecho casualmente reclamado únicamente por países europeos, nunca por africanos, que significaba la justificación de la colonización y la explotación de los recursos de territorios extranjeros. El 15 de noviembre de este año se cumplen 139 años desde que los representantes de 14 naciones, decidieran la suerte de todo un continente sin la participación de ningún país africano.
El avance imperial sobre
África desde de la Conferencia de Berlín, de países como Francia, Gran
Bretaña, Alemania, Portugal, España, Italia, Bélgica, Austria, Hungría,
Dinamarca, Países Bajos, Rusia, Suecia, Noruega, Turquía y Estados Unidos, no
fue un hecho aislado. El imperialismo obligaba al reparto completo del globo en
tiempos de la Paz Armada en el viejo mundo, donde los caballeros deliberaban como tales mientras los conflictos se
resolvían a sangre y fuego en otras latitudes.
En tres meses quedó sellado
el destino de un continente, con resultados tangibles hasta hoy. En efecto, la Unión
Africana, el principal cuerpo continental formado por nativos de esas tierras, en su mandato
establece el respeto por las fronteras heredadas de la época colonial y que salvo casos muy puntuales, poco se han modificado. Las formas geométricas y
casi perfectas de las actuales fronteras, que parecieran trazadas con regla
caprichosamente, son el recuerdo trágico de la principal transformación de los
africanos a fines del siglo XIX, en el inicio del colonialismo. Si un mapa
sirve para representar la realidad geográfica, en el caso de esta experiencia
fue todo lo contrario, el de África fue creado en Berlín y construyó el
espacio sin consentimiento de sus habitantes.
Los europeos no sólo
derramaron sangre en su avance hacia el corazón del continente, sino que además
implementaron las costumbres occidentales, terminando con culturas y tradiciones
locales milenarias. Abolieron las monedas existentes, introdujeron impuestos,
cambiaron los modelos de comercio entre otras cosas y tanto las materias primas como los seres humanos fueron explotados en beneficio exclusivo de la industria y del comercio
de Europa. Ante este ataque tan evidente, en varios puntos del continente
surgieron movimientos de resistencia, pero no duraron mucho. Los ijebu de
Nigeria se rindieron en 1892, los matabele de Zimbabwe lo hicieron en 1896, los
mandinga en 1898 y los zulúes en 1908.
Antes de la Primera Guerra
Mundial solo había dos territorios independientes en África. El resto eran
colonias de potencias europeas.
1880-1950: Un continente invadido por inmigrantes
La superioridad militar fue
la responsable de que los europeos colonizaran en poco tiempo un continente tan
grande como África, y el factor
determinante de que ese control se alargara en el tiempo hasta la mitad del
siglo XX. Durante interminables décadas el continente africano vio cómo sus
minas se vaciaban y sus árboles se cortaban, para beneficio de unos extranjeros
blancos que tenían el poder de la tecnología.
Una superioridad
tecnológica que en realidad era un pretexto para llevar a la práctica la
superioridad moral que los europeos creían tener sobre los africanos. El ministro de asuntos exteriores alemán, Bernard von Bulow, excusó
la colonización de África en 1897
porque Alemania tenía derecho a "ocupar un lugar bajo el Sol".
La abundancia de sus
tierras fértiles y sobrexplotadas no escapa a la codicia de los grandes grupos
industriales o incluso de algunos países extranjeros. Por lo tanto, no es
difícil comprender por qué África es
objeto de tantos deseos, posee una gran parte de las reservas de los tres
principales tipos de materias primas: tierras fértiles necesarias para la
agricultura, minerales y energías indispensables para el desarrollo industrial
del mundo. Las riquezas de su subsuelo revisten, pues, importancia estratégica
para que el continente se desarrolle, prospere e incluso se proteja ante una
eventual penuria.
África ha sido saqueada durante mucho tiempo, vista como un terreno de juego de las potencias coloniales hasta la actualidad. En los últimos años, ha adquirido una magnitud preocupante el fenómeno de acaparamiento de tierras, en detrimento de la agricultura familiar; lo que provoca escenarios de injusticia, conflicto y violencia permanente debido a la necesidad de recuperar tierras, asentamientos agrícolas y mineros por parte de los africanos, es una lucha constante que mantiene en tensión a las comunidades e impide a su Pueblo vivir tranquila y soberanamente.
AMELYREN BASABE / REDACCIÓN MAZO
*Para revisar el acta de la Conferencia de Berlín, puede acceder a esta página:
https://www.dipublico.org/3666/acta-general-de-la-conferencia-de-berlin-26-de-febrero-de-1885/